La calidad de los candidatos a puestos de elección popular está por los suelos. Al menos en Morelos Andrés Manuel vuelve a mostrar su pragmatismo convenenciero, ungiendo para la gubernatura a Cuauhtémoc Blanco, un experto en berrinches viscerales y patadas. La bandera que maneja el exfutbolista es perseguir a Graco Ramírez hasta llevarlo a la cárcel.
Esta propuesta morenista huele a chela y volovanes de estadio, ésta viene a mostrar que para AMLO, el fin justifica los medios. La precandidatura del hijo predilecto de Tepito viene a echar al bote de la basura los años de trabajo de militantes bien preparados para ocupar la primera silla del estado de Morelos.
El pragmatismo elástico que ha mostrado el dueño de la franquicia morenista es una muestra de la calidad de los personajes que dirigirán el destino de muchos mexicanos. Aunque la culpa no es completamente de Cuauhtémoc Blanco, los culpables son aquellos que votan por sujetos que no tiene ningún compromiso con los problemas sociales.
Culpables son todos aquellos que le dieron alas a Blanco; los dirigentes partidistas que buscan algo popular que mostrar al electorado. Ni hablar, en México cada quien tiene el gobierno que se merece.
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