AMLO, no se puede aspirar al Paraíso negociando con el diablo. En Morena no existe un letrero que diga: «Nos reservamos el derecho de admisión»

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Andrés Manuel López Obrador y Manuel Espino FOTO: WEB

Abrir las puertas de su partido a cualquier arrepentido es parte de una estrategia por parte de López Obrador que tiene, por decirlo así, un fondo histórico. En el 2006, el otro Andrés Manuel, el más puro en esencia, desdeñó el refuerzo que le ofrecía Elba Esther Gordillo, quien le fue a ofrecer el apoyo del entonces sindicato más poderoso de América Latina. López Obrador no quiso pactar con Elba Esther y ésta le fue a ofrecer sus activos al inescrupuloso Calderón; la diferencia entre la derrota y la victoria fue mínima; el SNTE a favor de AMLO hubiera cambiado la historia.

Ese trauma político puede estar detrás de esa apertura y santificación que otorga López Obrador a los “arrepentidos” que se suman a su campaña. Las puertas están abiertas sin restricciones; en Morena no existe un letrero que diga: «Nos reservamos el derecho de admisión». En Morena puede entrar cualquier truhan, cualquier traidor, cualquier vende patrias; Manuel Espino es todo lo anterior y ya está en el proyecto lopezobradorista.

Si los politólogos y encuestadores dicen que Andrés Manuel es el único que puede ponerse el pie para tropezar, tal parece que esta apertura podría provocarle el tropezón. No se puede aspirar al Paraíso negociando con el diablo. Pero AMLO no lo puede evitar, el trauma que cargan desde el 2006 lo tiene obnubilado.

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