Dice Anilú Íngram que desde hace meses ha recibido múltiples muestras de apoyo para que participe en la contienda de su partido para acceder a un escaño en el Senado; lo dice el plural, como si no supiéramos que él único apoyo que ella tenía era el de Miguel Ángel Osorio Chong, cuando éste era secretario de Gobernación. Fue Osorio Chong el que la puso en la delegación de Sedesol, que no es poca cosa; fue Osorio Chong el que le puso un “perro guardián”, Ángel Isaac Ochoa, para que la tuviera bien cuidadita, bien vigilada.
Pero una vez que el “Chino” Chong cayó en desgracia, dejó huérfana a Anilú; ahora que trascendidos periodísticos mencionan que Osorio Chong está jugando chueco al PRI, pues menos posibilidades tenía la joven “talento de televisión”. No hay más Chong para Anilú, ni más Javier Duarte ni más Fidel Herrera.
La verdad es que los méritos de Anilú siempre han sido fugaces. En el pasado Congreso tuvo suerte, pero ella, como presidenta de la Legislatura sólo hacía lo que el cacique romántico le indicaba y estaba a lo que Javier Duarte indicara. Anilú era dócil y en estos tiempos de contiendas la docilidad no es un activo para alcanzar una senaduría.
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