Discurso del Gobernador Yunes en el homenaje y develación del busto en memoria al Comisario Camilo Juan Castagné

Camilo
Discurso del Gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, en el homenaje y develación del busto en memoria al Comisario Camilo Juan Castagné Velazco FOTO: CGCS
- en Carrusel, Comunicados

San Rafael, Ver. Muy buenos días.

Es realmente un altísimo honor estar el día de hoy en San Rafael, para rendir homenaje a Camilo Juan Castagné Velazco, al Comisario Castagné.

Y estar aquí, en presencia de su familia, en presencia de las autoridades municipales, de autoridades federales, y en presencia de sus paisanos, a los que él, efectivamente, tanto quiso, tanto apreció.

Anoche estuve pensando, durante un buen rato, en todo lo que hicimos junto a Castagné, junto al Comisario Castagné. Y la señora Celina Polo de Castagné, esposa de Camilo, dijo algo en lo que anoche yo pensé y concluí: que el mejor homenaje a quien dio su vida por la seguridad de los veracruzanos es no rendirnos, no dar ni un paso atrás.

Y puede estar segura, señora, hijos, nietos, su mamá, que ese homenaje lo vamos a hacer y lo hacemos cada día, y que no habrá ni un paso atrás en la tarea tan difícil que tuvo a su cargo Camilo y que tenemos quienes hoy integramos este Grupo de Coordinación Veracruz.

Ni un paso atrás en darle seguridad a los veracruzanos, ni un paso atrás en el combate a la delincuencia, ni un paso atrás en el castigo a quienes delinquen. No habrá pasos atrás, habrá muchos pasos adelante.

Y anoche pensaba también en que probablemente, no hay, cuando menos en México, ningún monumento al policía, y mucho menos un parque público que lleve el nombre y en el que se rinda homenaje a un policía.

Que bueno que este pueblo honorable de San Rafael, que este pueblo que sabe de rendir homenaje a quienes lo merecen, haya tomado la decisión unánime de que el Parque Central de San Rafael lleve el nombre del Comisario Camilo Juan Castagné Velazco; que lleve el nombre de un policía, orgullosamente policía, como él lo era.

Porque si algo requerimos en México, además de mayor eficiencia de la autoridad, es también un reconocimiento a las mujeres y hombres que todos los días luchan en contra de la delincuencia.

Y necesitamos que no sea necesario perder la vida, ofrendar la vida, para que ese reconocimiento se haga, para que ese reconocimiento se exprese.

Porque el trato hacia los policías, hacia los marinos y hacia los soldados, no es el trato justo que merecen; porque quien da su vida, todos los días, por defender la vida y los bienes de los demás, merece que la sociedad reconozca y merece que la sociedad honre, como hoy, aquí en San Rafael, honramos.

Porque no es justo, y no le sirve a México tampoco, ni le sirve a Veracruz, el que al policía se le denueste, se le señale; que jamás se les reconozca. Que no se piense que el policía deja su casa por la mañana y deja su familia, o que el marino, o que el soldado, hacen lo mismo.

Que dejan a su familia, en muchas ocasiones, se desarraigan de su pueblo para venir a servir, y que no haya una sola persona que nunca voltee a ver a las Fuerzas Armadas o a las fuerzas del orden y digan: “nuestro reconocimiento, nuestro aplauso”. Fue necesario que un policía honorable, como Camilo, perdiera la vida, para que se le rindiera homenaje.

Ojalá y esto marque una nueva etapa, una etapa en la que la sociedad reconozca a quienes hoy luchan en todos los rincones del Estado y en todos los rincones del país por recuperar la seguridad.

Que hoy marque también una nueva etapa en la exigencia social de evitar el crimen, pero también en la exigencia social de castigo a los delincuentes.

Particularmente el año próximo, un año que será seguramente muy activo en materia política, se expresarán muchas opiniones, —muchas de ellas, interesadas—, y escucharemos, desde las voces que denuestan a los policías, que los señalan, que los lastiman, que les llaman represores a las Fuerzas Armadas, hasta las voces totalmente equivocadas, yo diría, desaforadas, que piden perdón para los delincuentes, sin pensar en las víctimas.

Las voces de quienes señalan hoy que el camino de México para recuperar la paz y la tranquilidad es vaciar las cárceles y decirle a los criminales que están perdonados, como si el perdón se pudiera dar en la tierra, como si el perdón dependiera de la voluntad de un hombre.

El momento de México es momento, sí, de prevenir los delitos, pero es momento también de combatir con firmeza a los delincuentes; con firmeza, y como lo dijo la señora Castagné, con valentía, como lo hacía Camilo; como lo hacemos cotidianamente quienes formamos parte de este Grupo.

Porque quien no quiera poner en riesgo su integridad física, quien no quiera poner en riesgo su vida, no tiene nada que hacer en la lucha contra la delincuencia.

Lo que hizo Camilo es lo mismo que hacen todos los días los policías federales, los marinos, los soldados, los policías estatales; es lo mismo que hacemos todos los días quienes estamos vinculados en el Grupo de Coordinación Veracruz, del cual él formó parte muy importante.

Es lo mismo que hacemos todos los días. No estamos precisamente en una actividad sin riesgo; por el contrario, aquí lo estamos viendo. Hoy, rendimos homenaje a quien perdió su vida precisamente por haber luchado en contra de la delincuencia.

Que no se requiera, pues, que se pierdan más vidas; que no se requiera, pues, más sacrificio; que la sociedad honre a quienes lo merecen y también que reclame cuando no hagan su trabajo correctamente.

Pero lo correcto, lo justo es que la sociedad voltee a ver a quienes están dedicados a servirle, y a servirle sobre todo en lo más relevante: en la preservación de su vida y de su integridad.

Decía Camilo algo, que quiero leer: “la existencia vegetativa no tiene biografía. En la historia de la sociedad sólo vive el que deja rastros en las cosas o en los espíritus, el que marca vidas y el que marca destinos; la vida vale sólo por el uso que hacemos de ella”.

Él hizo buen uso de su vida; ha dejado un recuerdo permanente, en primer lugar, de ser un buen hombre, de ser un hombre de familia, de ser un hombre que amó a los suyos y que les rindió permanentemente homenaje, pleitesía, a sus padres, a sus hijos, a su nieto, que tanto esperaba.

Pero también cumplió como ciudadano y cumplió como profesional; cumplió con México. “Por México, a cada paso, en cada reto”, escribió apenas una obra antes de fallecer, en sus redes sociales.

Y lo hizo, estuvo luchando por México en cada paso, en cada reto. Por eso hoy, aquí en San Rafael, lo recordamos en este día, 26 de diciembre de 2017.

Y las futuras generaciones, sobre todo los jóvenes, cuando pasen y vean este busto, recordarán que hubo un hombre íntegro, originario de San Rafael, veracruzano, orgullosamente veracruzano, que dio su vida por la vida de los demás.

Que viva Camilo Juan Castagné Velazco. Que viva su recuerdo para siempre.

Muchas gracias.

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