Se supone que un sindicato debe defender al trabajador cuando el patrón lesione o viole los derechos laborales. Sin embargo, en México los sindicatos sólo han servido para beneficio del líder y de sus familiares. Resultan ciertas las palabras del abogado laboralista Farid Barquet, quien hace una breve reflexión sobre los sindicatos mexicanos: «Cuando se habla de sindicalismo en México, lo que se viene a la mente es corrupción, opacidad, poca o nula defensa de los trabajadores y sumisión ante el poder, y es una fama bien ganada».
Y si usted piensa que somos injustos y que la traemos en contra de estos inocentes líderes sindicales, cheque los siguientes datos, que aparecen en el diario español, El País: Joel Ayala, 70 años, líder de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado, consiguió ser senador por el PRI; Tereso Medina, 55 años, líder en Coahuila de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) desde 2005 y senador por el PRI; Rodolfo González Guzmán, 61 años, líder de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) desde 2010 y diputado por el PRI; Carlos Romero Deschamps, 74 años, líder del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) desde 1993 y senador por el PRI.
Y eso sin tomar en cuenta los líderes que han sido gobernadores gracias a las costillas de la base trabajadora. No por algo los sindicatos son la segunda institución peor valorada por los ciudadanos, sólo después de los partidos políticos.
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