Ya hicieron corrido al Pirata de Culiacán, está muy chafa, pero pues es su corrido

Un tal Ariel Nuño tomó su guitarra y engarzó algunos versos que dieron como resultado unas estrofas llenas de cacofonías: «Todo me pasó tan de repente/ que no supe manejarme en el presente./La fama me llegó de la nada/ una noche que con mis compas pisteaba./Hasta el suelo fui a parar/y el video se hizo viral/y a partir de ahí ya mi vida cambiaba». Y así se va el corrido, de verso en verso tratando de describir a José Luis Lagunas Rosales, el Pirata de Culiacán, su infancia, sus disfrutes, sus excesos, sus borracheras.

Al final habla de cómo todo acto tiene sus consecuencias y de cómo la arrogancia y la estupidez llevaron a este joven que no conoció a su padre y que fue abandonado por su madre, a morir de manera tan trágica todo por creer que su fama en las redes sociales lo hacían inmune a las balas.

La muerte trágica del Pirata de Culiacán nos deja una lección que debemos aquilatar: las redes sociales sólo son un espejismo que nos hace ver menos vulnerables de lo que somos.

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