Algunos tal vez confundan la tenacidad con la necedad. Tal vez crean que cuando alguien lucha en varias ocasiones por conseguir lo que quiere, es una persona ambiciosa. El caso de Andrés Manuel López Obrador es una muestra de que se debe luchar a pesar de tener enfrente un marasmo de obstáculos. Hoy se registró ante la autoridad electoral para competir por tercera ocasión por la presidencia de la República.
Tiene en contra a la clase empresarial, a los medios de comunicación oficialistas, a los expresidentes Carlos Salinas y Vicente Fox, a funcionarios del gabinete peñista y a muchos peñabots. Sin embargo, López Obrador tiene de su lado a una estructura partidista que crece como la espuma, a una clase media desencantada por el “gobierno del empleo”, que diariamente tiene que luchar contra las reformas de este sexenio.
AMLO, es el adversario a vencer. Es el puntero en las encuestas, es el candidato que tiene más posibilidades para ocupar la silla que dejará Enrique Peña Nieto. De entrada, resulta muy atractiva la propuesta de bajar los sueldos a los altos funcionarios públicos, empezando por el presidente y también resulta atractiva la propuesta de aumentar los salarios de servidores públicos como maestros, enfermeras, médicos, militares y policías. Señores, AMLO ya es candidato presidencial por Morena.
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