Ahora resulta que cualquier persona puede amenazar a un periodista desde las redes sociales, pude cambiarle la vida a un periodista de manera intencionada, alterarle los nervios y hacerlo pasar por situaciones de mucho estrés, pero cuando se descubre quién fue, sólo basta que se disculpe para que todo quede olvidado.
Eso es lo que sucedió en el caso de Héctor de Mauleón, quien ha recibido diversas amenazas, pero una de ellas llegó acompañada de un video donde una persona disparaba contra la foto del periodista y con la sentencia: «Sr. Héctor, la sentencia está por cumplirse. La muerte le ha llegado». Gracias a la policía cibernética se logró ubicar la dirección IP que provenía de Veracruz, particularmente de Xalapa, de la computadora de un joven de 24 años que dice no hablar más que lengua indígena.
El abogado del joven solicitó un acuerdo reparatorio por lo que con una disculpa pública basta. Pero, ¿por qué la amenaza? ¿Por qué la saña? Acaso se divertía este patán amedrentando periodistas. Lo relevante de todo esto es que sí se puede ubicar de dónde salen las amenazas; ojalá ese método se implemente en Veracruz, porque han sido varios los periodistas en el estado que reciben este tipo de amenazas.
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