Para César Camacho Quiroz, no es lo mismo, ahí voy, que hay te voy

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César Camacho Quiroz FOTO: GOOGLE

En el libro Picardía mexicana del escritor mexicano Armando Jiménez, el autor recopila, en una investigación escatológica, el lenguaje coloquial de la cultura popular de la Ciudad de México. Esta obra sirvió como argumento para una película interpretada por Vicente Fernández, Héctor Suárez y el famoso Resortes. En esta podemos oír con gracia chistes de contenido sexual, términos y albures tomados de situaciones y lugares diversos (conversaciones, cantinas, bares, baños públicos, placas y defensas de los vehículos, entre otros), la mayor parte de ellos están cargados de machismo y connotaciones sexuales hacia la mujer.

Si Armando Jiménez se hubiera dado una vuelta el jueves pasado al Congreso Federal, hubiera conseguido más material para su libro con las diputadas de la bancada priistas y su grito homofóbico en contra de un compañero de Morena. Y es que el cinismo y el no querer reconocer sus propios errores, es característico de los diputados del PRI.

Al menos para el coordinador del PRI, César Camacho Quiroz, esa situación sólo fue un chascarrillo juvenil. Cuando lo cuestionaron dijo lo siguiente; Para que haya desagravio, debe haber agravio. El PRI no agravió a nadie en los términos que están considerando, y para justificar a sus correligionarias, aclaró que lo que sus compañeras gritaron fue ‘¡bruto!’, y eso no es ningún agravio. Lo cierto es que ese adjetivo le cuadra perfectamente a este coordinador, pues no sólo es sordo, sino también bruto.

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