A ver, a ver, basta de hacer apologías de un par de delincuentes. A los veracruzanos nos queda muy claro que Tarek y Silva son un par de delincuentes que formaron parte de la banda que saqueó el estado de Veracruz. No porque la Sección Instructora de la Cámara de Diputados los exonere, ellos dejarán de ser los delincuentes que son; no porque César Camacho los defienda eso los limpiará de sus pecados.
Tarek Abdalá y Alberto Silva. En un país donde impere la justicia estos dos sujetos ya les hubieran quitado el fuero y los hubieran metido a la cárcel. Pero México es un país donde el periodista que denuncia al presidente es callado y le quitan su espacio en el radio, como sucedió a Carmen Aristegui; en este país el funcionario que se mete con los amigos del presidente es destituido, como le pasó a Santiago Nieto quien denunciara las presiones de Emilio Lozoya.
De modo que ¿a qué viene tanta algarabía porque Tarek y Silva sean defendidos por el sistema, sean cobijados por impunidad temporal? Y es que tan pronto como dejen de ser diputados, estos sujetos tendrán que responder por todo lo que saquearon en Veracruz. Los comunicadores que festejan esa impunidad son un poco como ellos.
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