México cuando tiembla, cambia

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Rescatistas en labores por recuperar víctimas de los sismo de septiembre FOTO: WEB
- en Opinión

Jorge Flores Martínez / Los sismos de los últimos días no solo movieron la tierra, también sacudieron a la sociedad en una escala para la cual no existe medición y no hay forma de graduarla; los damnificados y víctimas van mas allá de lo que reportan los medios.

Como antecedente, el sismo del 85 movió las estructuras políticas del país y de muchas formas México no volvió a ser el mismo. Poco a poco, de los cimientos podridos del sistema político mexicano se reconstruyó piedra a piedra una democracia, que aún se encuentra en construcción, después de más de 30 años. El partido hegemónico e indispensable dejó de serlo, la sociedad lo fue remplazando por una incipiente democracia.

En aquella ocasión se vinieron abajo, además de los edificios, nuestra idea de democracia con partido hegemónico. Por primera vez nos dimos cuenta de que éramos mejores que nuestros gobiernos; nosotros mismos nos rescatamos, curamos y asistimos, nos vimos y entendimos como ciudadanos libres.

La tragedia nos transformó y, una de esas transformaciones fue sabernos huérfanos de nuestros gobiernos. Esperamos mucho y recibimos poco. En un par de años estábamos en efervescencia política. Las elecciones del año 88 fueron un quiebre político en México.

Ganó el mismo PRI de siempre, recurrió al fraude monumental. Los mexicanos nos resignamos, estábamos seguros de que el golpe había sido demoledor y solo era cuestión de tiempo para ver caer a un sistema que estaba condenado a derrumbarse, como muchos de los emblemáticos edificios de la ciudad.

Como dato curioso, muchos de los operadores de la caída del sistema en el 88, ahora están gritando que se regrese el tiempo, a antes del sismo de 1985, a los momentos del partido fuerte, del presidente indiscutible e infalible, de las mejores épocas del PRI autoritario. Para ellos, lo mejor de México fueron ellos mismos, sus tiempos, su realidad y su poder de limitar cualquier libertad en el otro que no les pareciera.

Ahora, en el 2017, creo que volvieron a colapsarse las estructuras del poder, el daño, a pesar de ser un sismo de menor intensidad, es mucho mayor. Pero no será ahora un proceso democrático el que lo preceda, tengo la idea que ahora se tratará de un movimiento de participación ciudadana más completo y complejo, que ya no encuentra en los partidos políticos su forma de representarse en el poder y en el gobierno.

Ver a los partidos pelearse una credibilidad cubierta por toneladas de escombros de mentiras y de corrupción, es uno de los resultados del sismo. No hay perros rescatistas, no existen topos o grupos de especialistas que puedan rescatar su credibilidad. Esta es una de las fatalidades del movimiento telúrico que nadie, salvo los partidos políticos, echaran de menos.

Escuchar a López Obrador “donarnos” nuestro dinero, ver las respuestas mezquinas de los otros líderes de partidos políticos pretextando que se trataría de desviación de recursos y, después cerrar con el mismo PRI, renunciando al financiamiento público de este año y el próximo, fue como ver los gritos de auxilio para que rescatemos su credibilidad, que según ellos todavía está viva, creen que debemos seguir retirando escombro, que debemos permanecer con la esperanza de rescatarla. En su desesperación hasta le pusieron nombre, Frida Sofía.

Pero no, la credibilidad en ellos ya no existía desde muchos años antes del sismo. La tragedia solo nos confirmó, que ya no estaba entre nosotros.

Ahora tendrán que construir algo que se le parezca, ya que la credibilidad es como la confianza, se puede llegar a poner en entredicho, pero una vez que se pierde, no hay nada que hacer.

Algunos especialistas dicen que las ondas telúricas llegaron a todo el país, se derrumbaron aspiraciones presidenciales, cayeron por los suelos ambiciones de poder y se reacomodaron factores que antes los consideraban de poca importancia.

México cuando tiembla cambia, ya tembló y dos veces. Ahora solo es cuestión de observar el cambio. Los primeros en notarlo fueron los políticos, tienen claro que ahora les toca a ellos, el cambio es irresistible y al parecer es tan intenso, que saben que no hay dinero que alcance para evitarlo.

Por eso, hasta lo quieren regresar.

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