¡Hasta las manitas!, no, ¡hasta el cuello! está el amigo del presidente Emilio Lozoya, exdirector de Petróleos Mexicanos (Pemex), con el asunto de las “propinas” que recibió. El hedor que despide la corrupción por los sobornos del caso Odebrecht lo delata. Su aroma a corrupto lo persigue desde el escándalo mundial de Panamá Papers. Llama mucho la atención que los varones del dinero sigan el mismo método para agenciarse grandes cantidades de dinero; en Veracruz se crearon empresas fantasmas y Emilio Lozoya le apostó a la creación de empresas offshore en paraísos fiscales que, sin ser en sí mismas ilegales, en la práctica se trata de entidades de papel que tienen el propósito de ocultar dinero y su origen.
Por lo pronto, hoy jueves durante su comparecencia, el señor prefirió guardar silencio, hizo mutis por orden de su abogado, Javier Coello Trejo, quien por cierto es conocido por sus prácticas muy semejantes al crimen organizado, como prueba ahí está la denuncia que levantó la expareja de Jorge Vergara.
Por cierto, la carpeta de investigación en contra de Emilio Lozoya, con número FED/SEIDE/CGI/CDMX/0000117/2017, ya está muy manoseada en la PGR y nadie duda que la sombra de impunidad haga desaparecer muchas pruebas, todo con la intención de que el amigo del presidente salga bien librado.
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