En la vida, si alguien no tiene palabra no tiene mucha valía. El caso del senador y exsecretario de Gobernación, Manuel Bartlett, quien el pasado 8 de julio declaró al diario Reforma que Salinas no había ganado la elección de 1988, causó mucho escozor en la élite del poder, por lo que tuvo que rectificar después, al señalar que no había tenido elementos para determinar cuál fue el resultado real de esos comicios.
Lo cierto es que Bartlett tiene suficiente información y conocimiento de los sótanos del poder priista; él fue parte fundamental del fraude del 88, donde lo más recalcitrante de la mafia del poder le arrebató la presidencia al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas. Se recordará que Manuel Bartlett estuvo al frente de la Comisión Federal Electoral en 1988 —institución que era la encargada de guiar el proceso electoral—, el senador mencionó que en las elecciones presidenciales no se cometió un fraude cibernético, sino que hubo manipulación de cifras.
Entonces que alguien nos explique esa famosa “caída del sistema”. El mismo Bartlett anunció que los resultados electorales no podrían ser entregados inmediatamente. El entonces representante de la bancada del PAN, Diego Fernández de Cevallos expresó durante la sesión de la comisión —después de la visita de los candidatos— que el sistema “se cayó”, significando que se habían dejado de recibir datos de los distritos. Posteriormente Diego Fernández de Cevallos avalaría la quema de los paquetes electorales para consumir el fraude.
Los mexicanos no olvidamos que la llamada “caída del sistema” sucedió cuando el candidato Cuauhtémoc Cárdenas llevaba una ventaja sobre el candidato del PRI, Carlos Salinas de Gortari. Fue hasta una semana después que se anunció el triunfo del candidato del PRI con un 50.4 por ciento de los votos. Desde entonces se ha sugerido que el Gobierno Federal, a través de Manuel Bartlett, intervinieron de manera fraudulenta en las elecciones. Le faltaron tamaños al senador Bartlett para sostener lo que los mexicanos ya sabemos: Salinas perdió en el 88.
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