Pueblos Mágicos deben exaltar la historia, preservar su arte

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Pueblos mágicos de México FOTO: WEB
- en Opinión

Jorge Díaz Bartolomé / La historia de México no se cuenta sola, entenderla en pequeña escala a través de la influencia que ha tenido determinado pueblo para su estado o para el país nos ayuda a entender su patrimonio cultural tangible e intangible. Los habitantes de cada población siempre se sentirán orgullosos de todo lo que representa su identidad que la conforman sus tradiciones, fiestas patronales, gastronomía, edificios históricos o el arte efímero como una manifestación artística que han desarrollado algunos de ellos.

El concepto Pueblo Mágico fue creado en el 2001 a través de la Secretaría de Turismo que era presidida en aquel entonces por Leticia Navarro, una idea genial que consistía en dar un distintivo a determinado pueblo, que reuniera ciertos requisitos, como por ejemplo, estar situado a 200 kilómetros de un centro turístico importante, tener accesos carreteros en buenas condiciones, contar con un atractivo particular que lo diferenciara de los demás –religioso, histórico o cultural; contar con infraestructura óptima para recibir a los visitantes, como restaurantes, opciones de hospedaje, variedad de tiendas donde el visitante pudiera adquirir artesanías del lugar–.

Con esta magnífica idea, muchos pueblos, en ocasiones ignorados, serían reconocidos por su arquitectura y tradiciones.

El primer nombramiento otorgado fue a Huasca de Ocampo, para continuar ese mismo año con Mexcaltitán, Tepoztlán y Real de Catorce. En 2002 continuaron las designaciones con Taxco, Tepotzotlán, Tapalpa, Comala, Pátzcuaro, Dolores Hidalgo, Cuetzalan, Izamal y San Miguel de Allende –nombramiento que le fue retirado, por ser declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2008.

Los estrictos criterios de selección continuaron durante los siete años siguientes otorgando únicamente 32 nombramientos. La euforia de presidentes municipales y gobernadores no se hizo esperar a la convocatoria del exitoso programa de Sectur, sería la manera de hacer obra pública con recursos federales como cableado subterráneo, rescate de imagen urbana, así como otros beneficios que incluían la promoción turística, y es cuando el asunto se desvirtuó.

Entre los años 2010 y 2012 el crecimiento fue exponencial al grado de afectar la imagen del distintivo, debido principalmente a los intereses políticos que acarreaba este programa, siendo codiciado por la manera de hacerse de recursos, pasando por alto el origen de la iniciativa. Los filtros para otorgar dichos nombramientos han sido penetrados por la corrupción, dejando por consiguiente un paulatino desprestigio a tan excelente idea. Por un lado podemos afirmar que quienes tienen dicho nombramiento, no han acatado la reglamentación correspondiente en cuestión de imagen urbana y ambulantaje principalmente, y por el otro, la creación de burdas escenografías semejando un pueblo conservado y antiguo. Lo cierto es que los métodos para asignar los recursos no son lo más transparentes, cada municipio tiene su comité de Pueblo Mágico que es seleccionado por el alcalde, y éste, a su vez recibe el dinero que en su mayoría, no es destinado para lo que va etiquetado.

Se tiene que regresar al origen del concepto, exaltar la historia de cada pueblo, respetar su arquitectura en el centro histórico, promover las tradiciones, preservar su arte, su gastronomía, y de ser posible, buscar una denominación de origen en el caso de bebidas y platillos principalmente prehispánicos.

Descubra los pueblos de nuestro país, camínelos, conozca su historia, y le aseguro amable lector, que tendrá una percepción diferente de lo que significa México.

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