Del retrato hablado a la fotografía y la recompensa

Portada del libro Retrato hablado, de la periodista Virginia Durán Campollo y editado por la Universidad Popular Autónoma de Veracruz (UPAV) FOTO: EDITORIAL UPAV

Relata la periodista Virginia Durán Campollo en su libro Retrato hablado, publicado por la Universidad Popular Autónoma de Veracruz (UPAV), que Sergio Jaubert, estudiante de la Escuela de Bellas Artes, fue llamado a realizar lo que sería el primer retrato hablado en la historia de la criminalística. La víctima moribunda proporcionó datos sobre la fisonomía de su agresor, lo que ayudó para la localización del asesino. «El arte de Jaubert se volvió imprescindible para la policía», relata Durán Campollo. A partir de entonces, el retrato hablado ayudó a la captura de los asesinos de Martin Luther King y Sharon Tate, por mencionar dos ejemplos relevantes.

En el siglo XXI, siglo de las selfies, de los lores y las ladies exhibidos en las redes sociales, no se podía prescindir de la imagen para atrapar a los criminales; si un retrato hablado funcionaba, una imagen digital podría ser mejor. Hoy día los ciudadanos se han vuelto cámaras de seguridad, los negocios cuentan con circuitos de video de cada vez mayor calidad, los cuales permiten tener una imagen más nítida del rostro de aquellos que llegan a cometer algún crimen.

Habría que conocer las estadísticas de cuántos criminales son atrapados gracias a la identificación por retrato hablado, o por las fotografías que se publican en los medios impresos, digitales o por medios televisivos. La imagen de un criminal se masifica, penetra, pero sobre todo la recompensa es una tentación para el círculo cercano de los criminales.

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