Lo que sucede con la delincuencia es que, si un sujeto se decide a robar algo, lo puede hacer y hasta de la manera más sencilla e inesperada. Decimos inesperada porque uno esperaría que los ladrones se metan a los bancos, centros comerciales o a las tiendas tipo Oxxo. Pero lo que sucedió la tarde de este lunes en Xalapa tiene a muchos desconcertados.
Un sujeto entró a una tienda de lencería femenina, donde por cierto pocos varones entran, llevaba un pasamontañas y con una pistola amagó al personal y los clientes y se llevó todo el dinero que pudo para después salir sin que nadie lo detuviera. Afortunadamente nadie salió herido.
Inesperado el robo, pero sagaz el sujeto, pues para empezar en ese lugar no tuvo ninguna resistencia y a pesar de estar en pleno centro de la ciudad, por inesperado no hubo una sola patrulla, un solo gendarme. Claro, una vez realizado el robo ya hay varios policías haciendo sus recorridos.
A lo mejor se crean esa premisa de las novelas de ficción que reza: «El delincuente siempre regresa al lugar del crimen». Eso es tan falso como la frase atribuida a Sherlock Holmes, «elemental mi querido Watson».
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