En el amor y la guerra, y pudiéramos añadir en la política, todo se vale. Sin embargo, existen normas y límites que se deben respetar. Los intentos desesperados por amedrentar e intimidar a los electores no contribuyen a mejorar el ambiente de paz y armonía que deben prevalecer. La coacción y compra de votos por parte de algunos partidos, además de tipificarse como delitos electorales, deben de desaparecer.
Resulta descarado ver a taxistas alistando a sus agremiados para votar por el PRD. Ver a un número de mujeres priistas reclamando el pago por haber juntado determinado número de credenciales de elector, eso es un delito y debería castigarse, también es reprochable ver una bodega con despensas para apoyar a candidatos de la alianza PAN-PRD.
Aún falta mucho por hacer para perfeccionar la democracia mexicana, sin embargo, lo peor es a que muchos mexicanos les puede más la apatía y no salen a votar. Son muchos millones que se gastan para organizar las elecciones y mucho de estos son prácticamente tirados a la basura, y gran parte de esta culpa se debe al número tan alto de las abstenciones.
Por eso, hoy 4 de junio, todavía está a tiempo de ejercer un derecho que costo sangre y sudor a muchos mexicanos que nos han dejado un legado por el camino de la democracia.
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