Esos tiempos cuando sus “amigos” le aguantaban a Duarte todo; hasta sus besos

Javier Duarte de Ochoa y Enrique Peña Nieto FOTO: WEB

Y qué esperaban, que la clase política que solapó y se complicó con Javier Duarte lo iba a reconocer en el momento de su desgracia. Por supuesto que no. Si algo tiene la clase política de este país es deslealtad, lo suyo nunca fue amistad sino interés. Mientras Javier Duarte estaba en la «plenitud del pinche poder», obvio se le acercaban como moscas a la miel. Mientras Duarte les pudiera dar alguna obra, algún beneficio, alguna beca o apoyo directo, pues no había ningún problema y hasta le soportaban el aliento de corrupción que de su persona emanaba.

Lo invitaban a comer, aceptaban sus invitaciones a convivir, le toleraban su carácter irascible y poco simpático; le toleraban sus escenas de locura poco viril cuando se pasaba de copas. En otras palabras, no tenían problemas si de repente al gobernador se le iba la “cochina al monte”, como sucediera en esa ocasión con Carlos Romero Deschamps, que hasta a besos agarró al líder petrolero, en una escena de gerontofilia inédita, hasta ese momento nadie le conocía al gobernador Duarte.

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