La CEAPP, sólo un muro de lamentaciones

CEAPP
La Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas (CEAPP) FOTO: CRÓNICA DE XALAPA
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Armando Ortiz / Razón tiene la diputada Maryjose Gamboa sobre la suerte que puede correr la Comisión Estatal de Atención y Protección para Periodistas (CEAPP) ante el fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que dice que todos los delitos en contra de periodistas deben ser atraídos ante instancias federales, en este caso la Procuraduría General de la República. Y es que uno se pregunta, ¿para qué se requiere de una Comisión de Protección a los Periodistas que en realidad no protege, si acaso consuela?

Porque si bien es cierto que, como dice Ana Laura Pérez, puede ser que 40 periodistas hayan acudido a solicitar asesoría legal, lo que importa es saber si esa asesoría legal surtió efecto, o si a los periodistas se les liquidó conforme a derecho o si de plano les consiguieron trabajo en algún otro medio. Pero al parecer las cosas no fueron así. Porque finalmente el brazo de esta comisión es corto, no va más allá del consuelo, que tampoco es poca cosa, pues ya lo dijo el ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha: “Y cuando vuestra desventura fuera de aquellas que tienen cerradas las puertas a todo género de consuelo, pensaba ayudaros a llorarla y plañirla como mejor pudiera, que todavía es consuelo en las desgracias hallar quien se duela dellas”. Pero de ahí no pasa.

¿Para qué ha servido la CEAPP?

En el sexenio pasado la CEAPP podía brindar otros beneficios a los periodistas que se decían perseguidos. Algunos vivieron temporadas largas en el hotel Xalapa gracias a que la CEAPP les cubría los gastos de hospedaje y comidas. Vale mencionar que esos mismos sujetos fueron a manifestarse a la Plaza Lerdo para exigir que les pagaran los “chayotes” que, según ellos, les debían desde hacía más de 12 meses. Valdría la pena preguntar ¿cuál fue el criterio que usaban para cubrir los gastos de estos hampones? El presupuesto de la CEAPP también sirvió para pagar maestría a empleados o para contratar cursos a amigos. Pero todo ello redituaba en muy poco para aliviar las condiciones de inseguridad por las que estaban pasando los periodistas en Veracruz. Si la CEAPP fuese colocada en una balanza, seguramente saldría deficiente, sin embargo, su permanencia no está supeditada a situaciones de eficacia, sino a razones políticas. Lo olvidan aquellos que en el gobierno pugnan por la permanencia de la CEAPP es que esta comisión es una señal clara de la ignominia. La CEAPP fue creada porque el estado promovía la agresión de los periodistas, pero la CEAPP nunca hizo pronunciamientos fuertes en contra de esos agresores. En estos momentos, ¿para qué queremos a la CEAPP, para tenerla como un muro de lamentaciones?

Pero el caso es que la CEAPP tiene su brazo muy corto, ni siquiera tiene la facultad de una Comisión Estatal de Derechos Humanos, quien de repente pueda dar una recomendación a alguna dependencia o servidor público. Por supuesto un funcionario empoderado se puede pasar por el arco del triunfo cualquier recomendación, pero la CEAPP no tiene ni siquiera esa facultad. A lo más que llegaba era a pronunciarse por alguna agresión demasiado evidente. Pero nunca pudo detener los homicidios que se multiplicaron durante el sexenio de Javier Duarte. En esos casos la CEAPP se convertía en una agencia de pompas fúnebres, en la que sólo se limitaba a comprar ataúdes, repartir café y pan en los funerales, y contratar lloranderas para el velorio.

Ahora que la SCJN ha determinado que los delitos en contra de periodistas serán atraídos por la PGR, uno se pregunta si el presupuesto de la CEAPP se podría usar para cosas más útiles. A los integrantes de la CEAPP no les afecta, pues cada uno de ellos puede dignamente regresar al oficio que los apasiona, ser periodistas.

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