Durante muchos años, la Sección 32 del SNTE fue un efectivo canal de acceso al poder dentro de la burocracia política veracruzana. La familia Callejas, cúpula del poder sentista, centralizaba el poder y tomaba las decisiones, mientras la participación de las bases era muy limitada en la vida del sindicato y en las decisiones del gobierno. Este líder le tenía muy bien puesto el botín sobre la yugular del magisterio veracruzano. Aunque el grueso de los maestros no participaba directamente en el Comité Ejecutivo Estatal, a los líderes les daba de premio cambios de adscripción, horas, plazas, promociones, puestos de segunda en los ayuntamientos; eran los espejitos que Callejas les daba a sus directores y supervisores; las diputaciones y senadurías eran sólo para la familia.
Esto le permitió a Juan Nicolás Callejas Arroyo negociar las prebendas con el gobierno local, buscando promoción dentro de las jerarquías del partido tricolor o en la burocracia política. Hoy en Veracruz, el SNTE ya no representa ninguna garantía de triunfo para el PRI; los maestros no se sienten representados por sus líderes. La muestra más fehaciente es que, en estas elecciones municipales, muy pocos maestros, miembros del Equipo Político, se han registrado para las alcaldías.
Además, la historia de control y cacicazgo que fue impuesto a los maestros federales durante más de tres décadas de sometimiento por este charro magisterial, terminó con la victoria de Miguel Ángel Yunes Linares. Por esa razón, muchos minicaciques magisteriales no participarán a los puestos de elección popular, sólo algunos ingenuos y despistados. Habrá quien no quiera verlo de esa manera, pero fue un gran logro quitar a ese cáncer de la estructura de la SEV. La rectoría está donde debería de estar: en manos del patrón.
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