César del Ángel sintió el puño de hierro de Yunes Linares, y los que faltan están temblando

Un gobernante debe tener un guante de seda en su puño de hierro. Esto debe establecer un balance entre la severidad y la indulgencia. Hace algunos años Ikeda Mitsumasa dijo que un gobernante debe ser cuidadoso para usar la severidad tan poco como sea posible y mantener el balance correcto entre la severidad e indulgencia. La sociedad veracruzana no se debe conmover con las imágenes de una persona de la tercera edad entrando a la cárcel, por ahí algunos medios quieren pintar este episodio con un sentimentalismo cursi e hipócrita; este personaje siempre ha estado pegado a la ubre del gobierno.

Con la detención de César del Ángel se cierra un capítulo de impunidad y atropellos. Este pillo de siete suelas hizo y deshizo durante el fidelato y el duartismo en Veracruz; lo mismo se le podía ver cobijado por senadores o de funcionarios priistas, todo le celebraban a este granuja. El golpe con el puño cerrado sobre el escritorio de Yunes Linares se ha dejado sentir. El mensaje ha sido recibido; nadie está por encima de la ley en Veracruz. El acuse por los diputados, aún protegidos por el fuero pero que se hincharon los bolsillos con recursos ajenos, ha sido muy claro.

Ni Fidel Herrera se salvará de caer en la cárcel; su cinismo y presencia en Veracruz ofende a las familias que sufrieron en carne propia algún secuestro de algún familiar querido o extorsión. Algunas rémoras por ahí manifiestan su lealtad a un personaje nefasto, que lucró con todo sin ningún remordimiento. No se puede aplaudir cuando alguien viola ley tan impunemente como César del Ángel y Fidel Herrera. Bien por esa acción, seguramente ya nos iremos acostumbrando a esas manifestaciones de justicia. Los veracruzanos lo esperamos.