Aspiraciones muertas

Aspiraciones
Ezequiel Castañeda Nevárez Foto: Miguel Angel Carmona/FOTOVER
- en Opinión

Salvador Muñoz / En los avatares de la política, hay personas a quienes su destino en la “polis” depende muchas veces no tanto de su talento, sino de la cercanía o relación que guarden con personajes que destacan y se proyectan con muchas posibilidades para triunfar.

Allí entonces, viven a la sombra, agazapados, cerca, incluso, hacen recordar al Gran Fernando, personaje literario que sólo esperaba una cosa del Gobernador, que lo saludara con gran afecto para que así, cuando lo vieran los otros políticos, se deshicieran en favores con Fernando pensando que él sería el conducto para acercarse al Gobernador.

II

En enero del 2000, cuando Francisco Labastida Ochoa ya era candidato del PRI a la Presidencia de la República, llegó a la titularidad de la Fundación Colosio Veracruz, un porteño de quien nunca nadie había oído hablar: José Luis Alcudia García. ¿Lo recuerdan?

Su antecedente inmediato era haber ocupado la dirección de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación. Venía con todo, dispuesto a operar la elección de su amigo Paco Labastida.

Los grillos veracruzanos, fieles al dicho de que “a cualquier barbón se le hinca”, se pusieron nerviosos, se le cuadraron y lo empezaron a mencionar como candidato gubernamental… “Es el amigo del próximo Presidente de la República”, decían.

Después del 4 de julio, cuando el PRI perdió la Presidencia, nadie se volvió a acordar de José Luis Alcudia… nunca volvió a tener un puesto relevante y hoy, deambula como un fantasma entre la Ciudad de México y el Puerto, en donde igual, nadie se acuerda de él.

III

Sebastián Lerdo de Tejada Covarrubias era director del Issste. Hombre muy cercano al presidente Enrique Peña Nieto. En Veracruz, si había alguien que apreciara, estimara, guardara en sus afectos, o como dijeran los polacos jóvenes: lo viera como su compa, su hermano, su carnal, sin duda alguna ése era Renato Alarcón Guevara, a quien hizo delegado del Issste.

Quien conoce a Renato sabe de su discreción, de su sencillez… ¡vamos! no era de los que gustaba presumir esa amistad… pero con el colmillo largo y retorcido del jabalí, tenía en claro que con Lerdo de Tejada estaba fincado su futuro político inmediato.

Sin embargo, un día, la vida pasó factura a Lerdo de Tejada y quedó fuera de la jugada política tras un infarto fulminante al miocardio.

Si Sebastián viviera, Renato no tendría que andar pidiendo a Generación Revolucionaria que lo promoviera para ser dirigente del PRI en Veracruz o mantener abierta la ventana por si se ofrece, para buscar la candidatura a la alcaldía de Xalapa… sólo si Sebastián viviera…

IV

Renato no es el único caso… Al tuxpeño Cheque Castañeda Nevarez le pasó lo mismo ¡pero dos veces! le cuento: En sus años mozos, se le pegó a su paisano tuxpeño Demetrio Ruiz Malerva, pero igual que al amigo de Renato, la muerte se le cruzó en el camino.

La orfandad política lo obligó a redoblar esfuerzos y para alcanzar un puesto político, tuvo que sortear retos que la realidad cotidiana nos impone, entre dificultades mayores como las que el grueso de los mortales vivimos. Durante mucho tiempo, así la pasó Cheque, hasta que lo rescató su amigo Alberto Silva Ramos y se lo llevó de asesor a la Coordinación de Comunicación Social.

Ahí, Checo Castañeda hizo lo que pudo o le dejaron hacer. Recuerden que se habla de una red de empresas fantasmas que operó desde Comunicación Social para llenar las alforjas de Javier Duarte, el amigo cercano de Alberto Silva Ramos, tan cercano como lo es Cheque del Cisne.

Bueno, pues dicen que son tan cercanos que Silva lo apoya, promueve, impulsa, para buscar la alcaldía de Tuxpan… ¿pero a pelearse con el alcalde saliente Raúl Ruiz Díaz?

Por cierto, vale la pena comentar que recientemente, el edil tuxpeño liquidó “la herencia” que Silva Ramos le dejó con el IMSS por 395 millones de pesos, deuda que si bien no es total del Cisne, sí permitió que se acrecentara.

V

En estos días, en que el estigma del duartismo igual alcanza a justos que a pecadores, a una sociedad que se siente defraudada, robada, traicionada, saqueada, poco le ha de importar que sea cierto que Cheque rente una casa en Tuxpan, que pague en abonos la casa de Xalapa y ya le falten menos letras con las que compró su camioneta, porque lamentablemente, se insiste, el estigma del duartismo ya lo alcanzó, ya lo impregnó y por ende, ya lo apestó.

Pero decía al principio del caso Cheque, a quien la desgracia política lo alcanza por dos ocasiones: a su amigo Demetrio Ruiz Malerva lo alcanzó la muerte; y hoy, frente a sus aspiraciones políticas en Tuxpan, se apoya por alguien que cree estar vivo y no se ha dado cuenta que, si no está muerto… apesta.

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