La codicia de Fidel Herrera

Carroñero FOTO: WEB

En algún momento ha trascendido el tema de algunas enfermedades de Fidel Herrera, de algunos tratamientos y alivios. Sin embargo, cuando se pone uno a pensar en su ambición, pensemos que ese rasgo característico de Fidel Herrera, la codicia, no se puede desestimar. Fidel Herrera está tan enfermo de codicia que hasta en el último suspiro de su vida va a desear tener lo que no le pertenece.

Su caso recuerda el exemplum del Conde Lucanor del infante don Juan Manuel. Cuenta Patronio, consejero del conde Lucanor, que un hombre cargado de piedras preciosas tenía que cruzar un río. Se lanzó a cruzarlo, pero a medio camino se empezó a hundir. Otro hombre, en la orilla, le dijo que se deshiciera de las piedras preciosas para que no se hundiera, pero el hombre no quiso hacerlo.

«El pobre infeliz no comprendió que, si moría ahogado en el río, perdería la vida y también su tesoro, aunque podría salvarse desprendiéndose de las riquezas. Por la codicia, y pensando cuánto valían aquellas piedras preciosas, no quiso desprenderse de ellas y echarlas al río, donde murió ahogado y perdió la vida y su preciosa carga».

Ese es Fidel Herrera, un sujeto que nació para hacer daño, que nació para desear lo que no le pertenece. Un sujeto que, como el ave de rapiña, nunca queda satisfecho en el banquete; una vez que ha devorado la carroña, se lame la sangre de las manos para seguir saboreando el hedor.

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