Luis Ortiz Ramírez / Si alguien ilusamente creía, que la relación entre el SNTE y el Gobierno Federal, era miel sobre hojuelas, con la Reforma Laboral aprobada, con el voto de los propios senadores del PRI, se confirma que el SNTE, se ha quedado solo, como un oso en el polo norte.
Y es que la reforma laboral aprobada, le pega duro al cacicazgo sindical, esta establece, la conformación de juzgados laborales del Poder Judicial que dictarán sentencia en conflictos entre patrones y trabajadores.
Además, la reforma presentada por el presidente Enrique Peña Nieto, fue aprobada por unanimidad; con ésta se garantiza el voto libre, directo y secreto en la elección de líderes sindicales. Eso ha calado hondo al Comité Ejecutivo del SNTE. Los jorocones del SNTE, durante décadas has hecho y deshecho con sus aberrantes y antidemocráticas leyes internas, han quitado y puesto a sus queridas, esposas e hijos, como secretarios generales. Las secciones sindicales del SNTE, son vistas como negocio familiar.
Veracruz no ha sido la excepción, desde hace tres décadas la familia Callejas Arroyo, ha disfrutado del usufructo de los bienes del sindicato, nunca ha entregado cuentas transparentes sobre el hotel ubicado en la calle Clavijero, no se sabe cuánto reditúa el foro dentro de las instalaciones sindicales, mucho menos se sabe el uso de las cuotas descontadas puntualmente cada quincena a más de 100 mil maestros veracruzanos.
También, la reforma establece la creación de un organismo descentralizado que será el encargado de atender audiencias de conciliación entre trabajadores y patrones, tendrá facultades en el orden nacional para el registro de todos los contratos colectivos de trabajo y las organizaciones sindicales, así como los procesos administrativos relacionados.
Esto significara que se deberán respetar los derechos de los maestros, se tendrá que revisar la obtusa Ley de escalafón.
Los nuevos tribunales laborales o juzgados, emitirán sentencias en lugar de laudos y éstos deberán ser con legalidad, imparcialidad, transparencia, autonomía e independencia.
Además, se establece que cuando se trate de obtener la celebración de un contrato colectivo de trabajo, se deberá confirmar que se cuenta con la acreditación de los trabajadores, con esto se pretende acabar con la negociación en lo oscurito entre el representante sindical y la parte oficial.
La panista Pilar Ortega, calificó la reforma como “histórica para el país, toda vez que el modelo de justicia laboral de 1917 respondió en su momento a un anhelo de justicia social, pero los cambios, dijo, van a contribuir a consolidar una mejor justicia laboral, a generar equilibrios y a incentivar el crecimiento económico”.
Pero la cereza del pastel, como se mencionó anteriormente, es el voto personal, libre y secreto de los trabajadores para la elección de sus dirigentes, la resolución de conflictos entre sindicatos y la solicitud de la celebración de un contrato colectivo de trabajo.
Resulta sorprendente, que ahora que el gobierno federal ha recuperado en parte la rectoría de la educación, y se tiene doblegado al SNTE, con un secretario debilucho sin carácter, como Juan Díaz de la Torre, los senadores afines al PRI, se hayan pronunciado a favor de la nueva Reforma Laboral, ley que vendrá a poner un bozal a los líderes sindicales, para que ya no puedan seguirle hincando el diente a las cuotas de los agremiados.
Además, la Reforma de Peña Nieto, señala que si la organización sindical cuenta con más de 150 agremiados, las auditorias sobre el uso de las cuotas sindicales deben ser verificadas por un auditor externo, y no por un comité de vigilancia sindical, que no sirven para nada. Ni hablar, se les acaba la mina de oro a los caciques sindicales. Bienvenida la democracia sindical.
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