Los líderes magisteriales que negociaron por debajo de la mesa con el Ejecutivo local ni siquiera asoman la cabeza. La risa soberbia y arrogante que tanto les caracterizó, se ha convertido en una mueca de desilusión. Por ejemplo; alguien sabe dónde está Acela Servín Murrieta, que durante varias décadas estuvo pegada a la ubre tricolor. Esta líder se pasó gran parte de su vida descansando en su mullido asiento en el Congreso local; disfrutó de las mieles del poder, pero nunca defendió, como debió ser, los derechos los maestros estatales. Por eso también es cómplice de Javier Duarte.
Hoy Acela Servín se quiere curar en salud. Esta convenenciera líder pretende hacer creer a sus agremiados que le está exigiendo al gobernador lo que le corresponde al magisterio. A días de que esta esta pesadilla de gobierno acabe, ya sale muy valiente a exigir.
En contraste, los pensionados de la Coalición de Pensionistas Independientes del Estado de Veracruz (Copipev) le piden que entregue cuentas del Fondo de Pensiones. Todavía recordamos las palabras de la lideresa cuando dijo: «No tengo de qué avergonzarme, puedo mirar de frente y con mucha fuerza hablar, no es nada cierto lo que dicen, yo nunca me he vendido y siempre he trabajado por mis compañeros».
En esa ocasión, cuando se le cuestionó por qué había participado en la autorización de créditos a la administración estatal, esta señora no reconoció pero tampoco negó que haya participado en la autorización de dichos créditos que hoy tienen al Instituto de Pensiones en la quiebra, y sin dinero para pagar a los pensionados. Vaya que esta lideresa, que aunque no quiera, alcanza a ver cómo su coto de poder se va derrumbando.
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