Armando Ortiz / Si los funcionarios duartistas supieran que su labor en la administración pública ha sido intachable, entonces no tendría ningún temor de que la justicia los alcance. Si ellos supieran que el manejo de los recursos que les han confiado es irreprochable, no andarían a salto de mata en los terrenos de las leyes. Si estos funcionarios estuvieran seguros de que ellos no rompieron los platos entonces no andarían con el temor de que alguien se los cobrase. Si estos funcionarios no saquearon nada de los miles de millones de pesos que según la Auditoría Superior de la Federación no se puede comprobar en qué se gastaron, entonces no andarían buscando amparos.
Pero el caso es que tanto Salvador Manzur, Tomás Ruiz González, Gabriel Deantes Ramos, Carlos Aguirre y José Francisco Díaz Valenzuela saben que sus pecados están a punto de ser descubiertos por las autoridades federales y por ello han decidido ampararse para no ser detenidos por la orden de ningún juez.
En Veracruz ya es vox populi lo que estos pillos hicieron en contra del patrimonio de todos los veracruzanos. Y es que algunos de ellos se han ocupado en mostrar esos derroches, en mostrar sus mansiones, sus viajes, sus palcos en el Bernabeu, sus autos y hasta sus vicios.
Sin embargo estos no son todos los que deberán ser llamados a cuentas. Apenas en el mes de mayo se hablaba de otros cinco: Antonio Tarek Abdala Saad, Édgar Spinoso Carrera, Vicente Benítez González, Mauricio Audirac Murillo y Felipe Aguilar de la Llave. Tanto Tarek y Édgar Spinoso tienen fuero porque lograron huir hacia una diputación federal. Pero los otros, no les extrañe, que también busquen un amparo para librar con ello de manera momentánea a la justicia.
Los veracruzanos que vivimos la realidad del saqueo, realidad que nos persigue y que tendrá consecuencias sociales, que aún no podemos imaginar, esperamos que se logre comprobar en que estuvieron implicados estos malos funcionarios para que sin que haya manera de revertirlo, estos funcionarios duartistas puedan pisar la cárcel.
Sin embargo el pez más gordo del cardumen sigue haciendo de las suyas, tratando de limpiar las evidencias, tratando de evitar que lo atrapen; negando lo que es más que evidente. Afortunadamente el presidente de la República le ha retirado hasta el saludo. Ya no podrá alardear que Peña Nieto es su amigo; aunque es capaz de volver a hacerlo.
Pues si Peña Nieto ya retiró su apoyo al gobernador de Veracruz, ¿qué pueden esperar los peces chicos que están a punto de ser pescados? Esperemos que para ellos no hay ninguna consideración. Esperemos que la justicia los alcance y que se logre resarcir un poco el daño que hicieron no sólo al patrimonio de los veracruzanos, sino a la confianza que teníamos en las instituciones.
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