En serio que Javier Duarte, con su insistencia de pobreza, da más pena que lástima. Insiste en que su declaración patrimonial es la que presentara hace algunas semanas, en la que muestra una casa de un millón de pesos y otra de Infonavit de 700 mil pesos, además de dos autos y una cuenta de nómina Banorte.
Ofende a nuestra inteligencia, pero imaginen que en verdad sólo tuviera eso. Sus subalternos, funcionarios a los que él puso se llenaron de riquezas, de ranchos de propiedades y hasta como dijera el diputado Ahued: «Hasta el más pendejo tiene avión».
La presunción de pobreza del gobernador raya en lo enfermizo, pero decir que no puso las propiedades de su esposa en la declaración 3 de 3 porque ella no tiene propiedades es denigrar al cónyuge, es señalar que la señora no es industriosa, que no ha ahorrado nada, quizá porque se dio al derroche. Javier Duarte ya debería dejar esa mentira que los veracruzanos no le creemos. En serio, da más pena que lástima.
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