Es un mandato, no un cheque en blanco

Miguel Ángel Yunes Linares, gobernador electo del estado de Veracruz
- en Opinión

Aurelio Contreras Moreno / Miguel Ángel Yunes Linares recibió su constancia de mayoría como ganador de los comicios del 5 de junio. Es desde este domingo, gobernador electo del estado de Veracruz.

En el mensaje que dirigió a sus simpatizantes en la plaza central de Xalapa, Yunes Linares manifestó que “los veracruzanos decidimos con nuestro voto expulsar de este palacio de gobierno a un régimen autoritario, represor, corrupto y corruptor que pretendía mantenerse en el poder para que todo siguiera igual”.

Y partiendo de esa premisa, son varias las cosas que no pueden seguir igual en Veracruz y que el próximo gobernador debe atender con seriedad, pero sobre todo tomando en cuenta las necesidades y la realidad de un estado que es muy diferente al de la época en la que fue secretario de Gobierno. El Veracruz de 2016 no es el de 1992.

Uno de los clamores ciudadanos que se expresaron a través del voto es el de poner alto a la brutal corrupción en el gobierno, que en el sexenio de Javier Duarte de Ocho alcanzó niveles insospechados.

Pero eso también significa que los veracruzanos no quieren ver una nueva generación de funcionarios enriquecidos al amparo del poder. Sería inadmisible que los Abdalá, los Silva, los Grappa, los Spinoso, los Benítez, los Macías, encontraran su réplica en la administración que iniciará funciones a partir del próximo 1 de diciembre.

Otra de las banderas de la campaña de Miguel Ángel Yunes fue la de hacer pagar a quienes saquearon el estado. Y en ese sentido, lo que la población demanda es que se haga justicia y se aplique la ley. Que quienes desviaron recursos y quebrantaron el patrimonio de Veracruz vayan a la cárcel si así lo merecen, y que no se quede todo en un mero discurso que termine ahogado por componendas y arreglos políticos.

Durante el mismo mensaje, Yunes Linares se comprometió a “respetar el derecho de los ciudadanos y especialmente de los periodistas a difundir sus ideas, comentar, criticar, manifestarse solo atenidos a la ley y a su conciencia”.

En ese sentido, el gobernador electo tendrá la obligación de transparentar sus tratos con los medios de comunicación, acabar con las complicidades disfrazadas de periodismo y cesar la manutención de pasquines impresos y virtuales que nadie lee, pero que enriquecieron a sus dueños publicando loas al régimen del que ahora mismo, ante su naufragio, reniegan.

Al mismo tiempo, tendrá que aprender a respetar y a convivir con la crítica periodística honesta, de la que por ningún motivo puede esperar incondicionalidad. Precisar lo que esté equivocado, aceptar con humildad lo cierto, sin intimidar o agredir al mensajero. No queremos otro baño de sangre de periodistas como el de este sexenio.

Un reto enorme es el de devolver la seguridad y la tranquilidad a un estado convulso, herido y sangrante a causa de la violencia. Pero sin que eso implique un pretexto para torcer la ley y aplastar a los adversarios, como sí hizo el gobierno que vive sus últimos estertores.

El próximo mandatario deberá gobernar para todos los veracruzanos, de los cuales casi dos millones votaron por otras opciones políticas. La pluralidad de ideas y posiciones tendrá que ser atendida y protegida, pues de ello depende la democracia en su conjunto y fue ésa la decisión de los electores.

Miguel Ángel Yunes Linares recibió un mandato, no un cheque en blanco el 5 de junio. Estará en sus manos cumplirlo y cumplirle a la ciudadanía. De lo contrario, los veracruzanos se lo demandaremos. Ya encontramos el camino.

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