Elección a tribunales

Tribunales
Tribunal Electoral de la Federación
- en Opinión

Aurelio Contreras Moreno / Independientemente de las tendencias y de los resultados que arroje la elección de este 5 de junio en Veracruz, lo más probable es que ésta acabe resolviéndose en los tribunales.

La impudicia del grupo gobernante se dejó ver durante todo el periodo de campañas, pero se reveló con toda su fuerza en los días previos a la jornada electoral, en los que con absoluto cinismo e irresponsabilidad intimidaron a la población con la perversa intención de que no saliera a votar y dieron pie a diversos actos de violencia que enturbiaron el ambiente.

A pesar de ello, aunque al momento de redactarse estas líneas aún no había un estimado oficial de participación ciudadana, lo que pudo observarse en las calles de los principales centros urbanos fue a mucha gente votando. Por esa parte, la ciudadanía hizo su parte y merece absoluto reconocimiento.

Sin embargo, fue tan grande el lodazal y tan evidente la manipulación de recursos públicos para fines políticos, que es inevitable la judicialización y, por ende, que la voluntad popular pase a segundo término para ser sustituida por los alegatos legales y la decisión de unos cuantos.

El primer responsable de este deplorable escenario es el gobernador Javier Duarte de Ochoa. Él y su primer círculo no dudaron en desbaratar lo que quedaba de las instituciones en el estado con tal de buscar salvar el pellejo y evitar una eventual victoria de su mayor oponente político, el candidato de la alianza PAN-PRD Miguel Ángel Yunes Linares, violando la ley en repetidas ocasiones con el desparpajo que da el saberse cobijado por la impunidad.

En segundo lugar está el árbitro de la contienda, el Organismo Público Local Electoral (OPLE). Inoperante, permisivo, omiso, timorato, sometido, es una prueba fehaciente del fracaso de la última reforma político-electoral. Los órganos electorales de los estados siguen siendo satélites controlados por los gobiernos locales, que era precisamente lo que se quería evitar, y la única manera de que eso cambie será desapareciéndolos y dándole la responsabilidad de la organización de los comicios en las entidades, directamente, al Instituto Nacional Electoral. Y aún así, no hay garantía de que no se corrompan.

Porque el INE también tiene una buena parte de la culpa del “marranero” de la elección en Veracruz. Validó la integración de un consejo general del OPLE con personajes que están ligados de manera más que evidente al régimen estatal y que incluso incumplían con los requisitos de elegibilidad para el cargo, como el de tener experiencia en temas electorales. El INE permitió que se nombrara como autoridad electoral a títeres de los operadores del duartismo. Ahí están las consecuencias.

La intromisión de Javier Duarte y miembros de su gobierno en las campañas políticas, así como la sistemática violación a la ley en la que incurrieron durante el proceso electoral, hace que parezca inevitable la impugnación de los comicios, más aún si se confirman las primeras tendencias dadas a conocer tras el cierre de las casillas.

Y lo peor es que sea ésa, precisamente, la idea. “Ningún Yunes será gobernador”, dijo alguna vez el ex gobernador y jefe del clan, Fidel Herrera Beltrán. Si las elecciones se anulan, haría efectiva la maldición.

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