Armando Ortiz / Quedan dos semanas para el 5 de junio, la fecha que en 2015 se nos hacía muy lejana. Quedan unos cuantos días para que los veracruzanos salgan a emitir su voto y entonces sí, demuestren que quieren un gobierno mejor.
Porque eso de dar “likes” a las declaraciones de sus candidatos, eso de insultar a los que siguen al adversario de su candidato, eso de denostar las preferencias de otros, eso es una mera catarsis de la estupidez que todos guardamos dentro. Afortunadamente las elecciones no se ganan con “likes”, no se ganan con insultos y denostaciones, las elecciones se ganan con votos y este 5 de junio será el momento para demostrarlo.
Porque estoy seguro que muchos de los que estuvieron muy activos en las redes sociales ni siquiera saben dónde está su credencial de elector; muchos de esos ni siquiera tienen credencial de elector y algunos de esos, el día de la elección les valdrá madre salir a votar, porque en su satisfacción sentirán que ellos ya hicieron lo suficiente.
Pero hay que salir a votar a pesar de la imperfección de nuestra democracia, hay que salir resueltos a demostrar con nuestro voto que nosotros tenemos el poder de cambiar las cosas. Hay que salir a dar un voto razonado, un voto que puede ser a favor de un candidato, más que en contra de un partido.
Por ahí salió un video de ONEA, Organización Nacional Anticorrupción, en donde salen ciertos personajes del llamado espectáculo; actores la mayoría que hablan del hartazgo que se vive en Veracruz, un hartazgo que no les concierne más que de leídas. Sin mencionar al PRI estos actores invitan a votar en contra de ese partido que ha estado gobernando por más de 80 años Veracruz. Sus argumentos pesan cuando uno piensa en el gobierno de Fidel Herrera y de Javier Duarte, la dupla siniestra, perversa, enferma que gobernara Veracruz en la última década. Veracruz quedó estancado por estos dos gobernantes.
Pero en realidad ¿conocen ellos el contexto de cómo surgió esta cofradía de la “Fidelidad”?
El llamado que hacen estos actores, muchos de ellos ajenos a Veracruz, es un tanto irrazonable si pensamos que la solución a los problemas de un estado está en votar en contra del partido gobernante. Ya nos pasó con Vicente Fox.
En el año 2000 la gente salió a la calle porque teníamos un partido que llevaba más de 70 años gobernando este país; un país que se llenó de corrupción, que se llenó de crimen, que enriqueció a pocos y empobreció a muchos. Entonces pensamos que votar en contra del PRI era la solución a los problemas de este país, y la gente salió en tropel a votar a favor de Vicente Fox, olvidándose de la otra opción, Cuauhtémoc Cárdenas, con tal de derrotar al PRI para sacarlo de Palacio.
Pero nos fue peor. Primero tuvimos un presidente literalmente imbécil. ¿No me cree? Mírelo ahora, con su imbecilidad potenciada, ya senil, ya decrépito, enfrentándose a Donald Trump en una bacanal de estulticia mediática. Pero el problema no quedó en que sólo nos gobernara un imbécil, sino que ante ese vacío de poder los gobernadores crearon feudos en sus propios estados y se volvieron virreyes. Decenas de gobernadores que dejaron que creciera el narcotráfico, que negociaron, como fue el caso de Veracruz, con el narcotráfico. Además de la corrupción y del enriquecimiento descomunal de estos virreyes, tuvimos que lidiar con el crimen organizado que tocaba ya nuestras puertas. Por si fuera poco, Fox nos heredó otro mal, Felipe Calderón, un sociópata resentido. ¡Pero queríamos el cambio!
Por supuesto no estoy defendiendo a ningún partido, dirán algunos, “pareciera”. Lo que trato de argumentar es que así como a muchos borregos les dicen que voten por éste o aquél partido y ellos van y votan; asimismo son borregos aquellos a quienes dicen no votes por ese partido y punto, no votan por ese partido.
A estas alturas usted ya debe tener bien claro por quién votar, ya sabe dónde está su credencial de elector, ya tiene ubicada su casilla. Pero si todavía no sabe por quién votar, o está esperando a que alguien le diga por quién, o está esperando a que alguien les diga por quién no. Y eso es tener vocación de borrego.
¿Votar a favor de un partido o en contra?, he ahí la cuestión.
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