En nuestros días el ciberespacio es el lugar favorito para las guerras de lodo, los seguidores de cada candidato denostan a los demás con improperios y necedades que rayan en el dogmatismo. Sin embargo, el sitio de honor todavía es propiedad de Televisa y TV. Azteca.
Las cifras millonarias todavía son monopolio de los magnates de la televisión. La dinámica de las campañas de lodo no se limita a desacreditar las propuestas del adversario; va más allá, sobre todo concentrándose en su vida privada, sus hábitos sexuales, propiedades, deslices oratorios o lo que los traidores vayan filtrando.
El caso más concreto fue la campaña negra contra Andrés Manuel López Obrador, donde lo pintaban como un verdadero «peligro para México».
Hoy los candidatos deben entender que el electorado pensante, prefiere las propuestas y proyectos. Las promesas huecas y descalificaciones salen sobrando.
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