Ley Anticorrupción ofensiva

- en Opinión

Ernesto Aguilar Yarmuch / Promover una ley anticorrupción al quinto año de su gobierno, es una actitud casi ofensiva para una sociedad cansada de vivir el «más desastroso y deshonesto gobierno de que se tenga memoria en Veracruz»; retirar el fuero ¿a quiénes? ¿A los que ya robaron hasta agotar los recursos públicos o a los que vendrán después a administrar la pobreza?

En los tiempos de la Grecia de Oro, a esto se le llamaba demagogia, y creo que también ahora, las voces que advirtieron desde Fidel Herrera lo que estaba sucediendo, no se equivocaron, no fueron “los resentidos de siempre”, “los izquierdosos”, “los ingratos”, varios de ellos, analistas serios, lo plasmaron en sus columnas, baste recordar a Armando Ortiz, Claudia Guerrero, Édgar Hernández, Tomás González Corro, Enrique Olivera, Aurelio Contreras, Filiberto Vargas, Luis Velázquez ,Mussio Cárdenas, Carlos Luna, Luis Ramírez ,y varios más que señalaron los actos de corrupción, las ineptitudes, los dislates del gobernante y su pléyade de funcionarios.

La prensa nacional, en sustitución de la local totalmente cooptada, dio santo y seña de lo que estaba aconteciendo en Veracruz, lo mismo en materia financiera que en los penosos y lamentables hechos de seguridad, más bien de inseguridad.

Las redes sociales más activas que nunca han señalado cotidianamente su repudio y rechazo a la presente administración, sin embargo, cada lunes el Ejecutivo se presenta con una nueva ocurrencia, desmiente lo que está probado que sucedió, anuncia la construcción de lo que no se hará, realiza cambios en su gabinete como quien juega dominó y hace la sopa, las fichas son las mismas, sólo cambian de lugar.

Fidel Herrera y Javier Duarte crearon una nueva clase social, un puñado de jóvenes en su mayoría que han amasado en pocos años fortunas incalculables, sustraídas del erario público y sangrando a la iniciativa privada por medio de los “moches” que llegaron a ser de hasta el 20 por ciento. Si sumáramos dichas fortunas, incluidas las de los ejecutivos, seguramente nos darían una cifra similar a la de la deuda pública real, cerca de 100 mil millones, y en verdad no exagero.

¿Cómo están nuestras carreteras en el estado? ¡Destrozadas! Solo en el informe de Duarte y en su imaginario tenemos una red de comunicaciones extraordinaria, libramiento sin concluir como el de Cardel, autopistas nunca realizadas como Tuxpan-Tampico o Xalapa-Córdoba, la ampliación del aeropuerto del Lencero, sólo una promesa y el monumento a la corrupción y la ineptitud: el Túnel Sumergido.

Y ¿en materia de salud? Hospitales en total abandono, escasez de medicamentos, aparatos inservibles y una torre pediátrica con 10 años de construcción y en el olvido; anuncios de nuevos hospitales jamás construidos, corrupción en el seno del sindicato con denuncias archivadas y negada su existencia.

En materia de seguridad, un gasto brutal con la creación de una nueva policía Fuerza Civil de muy escasos resultados, la negación constante de lo que sucede o su táctica de minimizar ya no surte efecto en un pueblo que a falta de información oficial, toma como fuente las redes sociales, con sus inconvenientes en la veracidad o magnitud de lo que acontece ,pero la realidad nos rebasa: incremento en los secuestros, levantones, robo, extorsiones, maltrato y desaparición de migrantes, y escuchar al general Bermúdez hablar en su comparencia de la disminución de la delincuencia, es aberrante.

Una deuda de proporciones incalculables, y ahora una nueva para pagar la heredada sin recordar el señor Duarte que él fue el artífice de esa misma deuda, su creación: la burzatilizacion, su negociación con los bancos ¿y si la deuda se triplicó, por qué no se pagó la atrasada? Muchas preguntas, cero respuestas.

¿A quién le van a aplicar la nueva ley anticorrupción? ¿A los que ya robaron o a los que lleguen a administrar la miseria? ¿Permitirá el artículo 116 de la Constitución General de la Republica aplicar retroactivamente la ley a los actuales funcionarios y alcaldes? Sería interesante saberlo, lo investigaré.

No cabe duda, como decían los Romanos «un Estado entre más corrupto es, más leyes tiene».

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