La sonrisa del terrorista

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Armando Ortiz / Después de los atentados del viernes 13 en París, la selección de futbol de Alemania, que estuvo presente en el estadio de París donde se detonaron dos bombas, tenía el compromiso de jugar el martes en Hannover en contra del equipo holandés. Las directivas y el gobierno coincidieron en que el partido no se debía suspender, para dar muestra de que los terroristas no ganarían con su campaña de miedo. A unas horas de llevarse a cabo ese partido, que contaría con la presencia de la canciller alemana Angela Merkel, así como gran parte de su gobierno, éste fue suspendido por una alarma de bomba en el estadio. «Teníamos indicaciones concretas de que alguien quería encender un artefacto explosivo», explicó el comisionado de la policía de Hannover, Volker Kluwe. Mientras tanto, desde el viernes 13 las escenas de pánico se repiten en París. Sólo basta que alguien corra alarmado o que confunda un tronido con armas de fuego para que los asistentes de un restaurante o café busquen refugio debajo de las mesas. Europa explota sus bombas en Al Raqa, pero la bomba de pánico que hizo estallar ISIS (Estado Islámico) en Europa todavía resuena en los oídos de los ciudadanos.

Por otro lado las policías de Europa buscan a Salah Abdeslam, señalado como autor intelectual de los atentados en París. Su hermano, quien se encuentra en Belgica, ya fue interrogado y liberado bajo reservas. Mohamed Abdeslam exhorta a su hermano Salah para que se entregue; le dice que su familia no piensa huir.

El periódico español ABC informa que Salah Abdeslam, francés de 26 años, y residente en Bélgica, “se ha convertido en apenas unas horas en el hombre más buscado del planeta. Según las autoridades francesas, Salah participó en tareas logísticas y fue el responsable del alquiler del vehículo en el que los terroristas se trasladaron a la sala de fiestas Bataclan, escenario más sangriento de los atentados que provocaron al menos 131 muertes el pasado viernes en París”.

En la búsqueda las autoridades se han llevado la sorpresa de que el terrorista se paseaba días antes por los lugares donde se llevarían a cabo los atentados. Una cámara de vigilancia lo captó sonriendo.

Sostenía Jorge de Burgos en la novela de Umberto Eco, El nombre de la rosa, que “la risa acaba con el miedo. Sin miedo no hay fe. Porque sin miedo al diablo, no se necesita a Dios”, argüía el ciego bibliotecario. Tal parece que Salah Abdeslam conocía esa cita. Un día antes de los ataques a civiles franceses Salah Abdeslam se paseaba a unas calles de los restaurantes que al día siguiente sus cómplices del terror habrían de asaltar, masacrando a mansalva a varios de los comensales. Una cámara de vigilancia captó al joven terrorista. Al parecer el joven Salah también sabía de la ubicación de la cámara, pues no se escondió de ella, antes bien volteó la mirada a la cámara y sonrió, sonrió pensando en lo que sus compañeros habrían de hacer al día siguiente.

Ahora es una sonrisa siniestra, de no haber sucedido los ataques sería una sonrisa ingenua, burlona. Salah preparó a los terroristas que mataron a cerca de 30 personas en los restaurantes del centro de París. Es el hombre más buscado en Europa, pero ese día, jueves 12 de noviembre, pasó sonriendo a la cámara, sin miedo a los hombres, sin miedo a Dios ni al diablo, porque dice Jorge de Burgos que “sin miedo al diablo, no se necesita a Dios”.

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