¡Ay nanita, los vivos!

- en Opinión

Sergio Alejandro Villa / Salvo que usted sea ateo o de otra religión, extranjero, pensionado del IPE o proveedor del gobierno próspero, posiblemente no haya festejado a sus fieles difuntos -es decir, haya sido por indiferencia, falta de ganas o de dinero- pues tratándose de una costumbre muy mexicana, nadie en su sano juicio se puede perder un tamalito o chocolatito, como decía mi abuelita.

En esta época, frente al altar o en la mesa, en petit comité recodamos las virtudes y uno que otro pecadillo de los que ya se nos adelantaron en el camino, como comúnmente se dice y apelando a aquello de que no hay muerto con defectos. Eso en el caso de los adultos, pues los más jóvenes no sólo ignoran quién era el abuelo Chano y abuelita Lala, o las tías consentidas que vivieron y murieron más santas y auxiliadas con todos los santos oleos del propio Santo Papa.

Según la tradición, en estos días de Todos Santos, pocos dudan que las almas de sus (y los) difuntos regresen a visitar a sus familias, y éstos (al menos una vez al año) van a visitar a sus antepasados en los panteones. Ahí, frente a su tumba, recién limpiada, pintada o con una manita de gato se reúnen los que quedan o puedan y quieran ir a verlos. Una vez ahí. Después de la colocación de las respectivas flores y veladoras, vienen los tríos, mariachis o norteños y el que menos, una grabadora o su celular con la música que más le gustaba escuchar.

Como parte del contexto, también en esta época se reviven las más terroríficas historias de horror, miedo y espanto como la infaltable leyenda de la Llorona, de la mano peluda, la del chacal, etc. narraciones que contadas en la semipenumbra y en el más absoluto silencio erizan la piel del más bragado, del más valiente.

En fin, como buenos mexicanos tenemos todo un mosaico, una amalgama de costumbres y tradiciones que, irónicamente, como pasa con Todos Santos, se resisten a morir, pues, al contrario, recordando a nuestros muertos es como logramos aferrarnos a la vida.

Pues bien, ciudadano de a pie. Mientras tú, yo, nosotros y ustedes, andamos de fiesta y comilonas, como buenos mexicanos ¡ajua!, en el llanto y la risa, entre la copa y el recuerdo, hay otros vivos que aprovechan cada minuto de su maldecida existencia para tramar a nuestras espaldas -de que otra forma podría ser- cómo seguir atracando a este maravilloso estado -que no tiene nada de prosperidad y mucho de pobreza material y miseria política en grado superlativo- y que a  pesar de todas sus raterías, latrocinios y saqueos es aún más grande que su desmedida ambición, y recordando al padre de todos esos jijos de la fidelidad, estos simplemente “no tiene llenadera”. Y esos malditos en vida, son nuestros entrañables políticos y más los dirigentes de los partidos políticos en la entidad.

Pocos somos los que -sobre todo a quienes nos interesa la política y/o vivimos gracias a los medios (que no es lo mismo de los medios) cuyo trabajo es estar al tanto, en el día a día de lo que acontece en nuestro periferia – vemos cómo se va armando el complot, el entramado, el andamio, la estructura y a su vez, las componendas, las complicidades, las sociedades con  los aliados, los compinches, los cómplices quienes son exaltados, animados por otros menos dignos de llamarse veracruzanos. Y no hablo de los necesitados, los marginados, los pobres de siempre y para siempre que tiene un poco de justificación, pues su necesidad alimentaria y patrimonial los lleva, más bien los llevan a ser acarreados para llenar eventos y salones, para ser la primera línea de defensa del gobernador Javier Duarte. No me refiero a los que conscientemente se aprovechan de esta circunstancia y cual lobos acarrean, literal, al matadero.

Sin duda, el PRI lleva ventaja, más ahora que ya puede contar con una bolsa millonaria proveniente, digan lo que digan, de la reestructuración de la deuda, tal y como nos la vendieron. Mientras el PAN y el PRD, ahí andan, en plenos escarceos y arrimones. Movimiento ciudadano con sus intenciones de despertar a la ciudadanía y que se sume a sus proyecto. Los demás, como rémoras, en espera de que el PRI nombre a su candidato para adherirse porque coindicen plenamente  en su proyecto de gobierno. ¡La ubre que!

Bien dice el clásico: ¡Ten más miedo a los vivos que a los muertos, pues los muertos muertos están! Y estos no solo están vivos sino que se pasan de vivos…ay nanita.

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