Javier Duarte, ¿arderá Troya?

- en Carrusel, Opinión

Sin lugar a dudas el tema político de la semana ha sido la aparente intención del gobernador por reconciliarse con Pepe Yunes, a quien algunos columnistas ponen como si del “hijo pródigo” se tratara. Sí, el de la Biblia, el hijo desagradecido que pidió su herencia por anticipado y se la gastó en francachelas, con rameras, quedando en la completa pobreza. Al final terminó cuidando cerdos, ansiando comer las algarrobas que devoraban las bestias que cuidaba.

Pero no creo que Pepe Yunes lo sea. Aquí no hubo hijo pródigo sino un gobernador mal aconsejado. Las “guanchas” que tenía en su gabinete, y que buscaban, más bien buscan la gubernatura en 2016, aceleraron al gobernador y se encargaron de crear una animadversión entre ambos. Ahora que ya no tiene a esas “guanchas” cerca, ya siente que le hace falta limar asperezas con quien, según las encuestas, tiene gran simpatía entre los veracruzanos.

Para nada Pepe Yunes es ingrato, no ha gastado su patrimonio político, antes bien lo ha conservado y lo ha hecho crecer. El problema es que la “mano negra” que gobierna desde la oscuridad quiere seguir haciendo valer su dicho: “Mientras yo viva ningún Yunes será gobernador de Veracruz”.

Este oscuro personaje colocó y encumbró a dos de sus alfiles en el tablero del sexenio duartista. Esa fue la razón por la que al gobernador le tomó mucho tiempo quitarse la sombra de quien lo hizo gobernador. Si a eso le sumamos que en el esfuerzo por quitarse de encima esa sombra el gobernador prestó oídos a los malos consejeros, pues al final la crisis lo hacía estallar y por ello se volvió irascible, tozudo y desconfiado. Pero eso sí, seguía escuchando a quienes nada más lo empinaban.

De qué otra manera se podría entender que tuviera en la Coordinación de Comunicación Social a una persona tan nefasta como Gina Domínguez, que lo puso en los titulares de los medios nacionales e internacionales, todos hablando mal del gobernador; cómo entender que ante el clamor de los compañeros periodistas, porque la quitara del puesto, el señor gobernador se volvió más obcecado, dejando que la señora se hiciera dueña de media avenida Orizaba. Duarte no es como el padre de la parábola del hijo pródigo, un hombre sensato y amoroso; Duarte por momentos se volvió tirano.

El gobernador juega una carta más, no es la última, pero ya le quedan pocas en la mano. Se pone del lado de Héctor Yunes. Un Yunes; Fidel Herrera no ha muerto, lo que quiere decir que al gobernador ya no le importa el dicho de su antecesor. Pero Duarte lo hace porque sabe que su tabla de salvamento está en no permitir que el estado sea entregado al otro Yunes, al panista, eso sí sería su tumba política.

Pero si hacemos caso a lo que se ha escrito en la semana, al supuesto mensaje de reconciliación, a la lectura que de este mensaje hacen los periodistas Edgar Hernández y Raymundo Jiménez, entonces debemos entender que el gobernador, a pesar del distanciamiento, preferiría al Yunes más joven, el que fue su aparente jefe de campaña, al que ya engañaron una vez, pero que no está dispuesto a que lo vuelvan a engañar.

Sólo que hay un factor todavía más riesgoso, Héctor Yunes es un actor político que tampoco se deja engañar. Sólo puedo imaginar la reacción de Héctor si al final no se respeta su posicionamiento en las encuestas o el posicionamiento de Pepe; con quien sigue vigente el pacto de que el mejor posicionado tendría que ser el candidato del PRI a la gubernatura.

¿Qué pasaría si, utilizando los mismos métodos con los que ganó en su distrito, Erick Lagos aparece como el mejor posicionado en las encuestas?

Entonces sí, arderá Troya.

 

Postdata 1: Buganza, la farsa continúa

Están apareciendo grandes espectaculares en los que se ve la aleta de un tiburón en un mar azul, teniendo como fondo un cielo azul. La leyenda del cartel dice: “¡Alerta! Se viene algo más bronco para Veracruz”. Lo firma Generando Bienestar. La farsa continúa.

 

Armando Ortiz                                             [email protected]

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